viernes, 4 de diciembre de 2009

La terapia de los cuentos .Antonio Rodríguez Almodóvar

La terapia de los cuentos

Antonio Rodríguez Almodóvar


Clarissa Pinkola Estés, psicoanalista norteamericana de la escuela junguiana, refiriéndose, naturalmente, a los cuentos de tradición oral, afirma:«Los cuentos son una medicina». Esta escuela, se basa en Freud, según él, es posible establecer relaciones entre el mito, el sueño y la historia de la civilización; también entre el inconsciente colectivo y el individual y su dificultad estribaría en saber interpretar cada cuento como si fuera un sueño persistente de la humanidad en su conjunto.

El que analiza es «La ratita presumida», al interpretar el transcurso de esta narración, encadenada de pretensiones matrimoniales hasta dar con la horma apetecida, la autora desmiente que contenga algún mensaje machista ,o al menos, no era así en el cuento de origen donde “la hormiguita” no contemplaba pensamiento alguno parecido. También con las teorías de la doctora Pinkola Estés hay que valorar el verdadero significado que, según ella, tienen en los cuentos tradicionales cocinar, lavar, barrer, etcétera: «Todas estas metáforas ofrecen maneras de pensar, medir, alimentar, fortalecer, limpiar, y ordenar la vida espiritual». Los editores de esta preciosa versión actual (editorial Kalandraka), han finalizado la historia con los dos miembros de la pareja realizando equitativamente la imprescindible tarea de barrer.

Para finalizar, se recomienda la nueva edición de Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, -clásico de la llamada literatura juvenil-,.Esta selección de otro clásico resulta interesante por lo manejable y lo asequible, la colección «Tus libros» (Anaya, Madrid). En el otro extremo de las edades, Olivia, un álbum de Ian Falconer (ed. Serres, Barcelona), donde se muestra una activa cerdita aprendiendo a ser persona, con una inteligente combinación de juego, aprendizaje y formación estética. Muy bien desarrollada la relación intuitiva, para el niño, entre naturaleza y cultura, de la que nunca debimos salir.

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