jueves, 3 de diciembre de 2009

Juguemos con Caperucita de Antonio Rodríguez Almodóvar

En este texto el autor nos habla de la facilidad con la que se alteran los cuentos infantiles.
Toma para ello como ejemplo el archiconocido cuento de Caperucita Roja.
Se trata de un relato con gran cantidad de símbolos ocultos, cuyas variadas interpretaciones han dado como resultado un amplio abanico de reediciones y reinterpretaciones del clásico tratando de explicar lo que se esconde bajo la famosa caperuza. Incluso afamados psicólogos y psiquiatras han tratado en varias ocasiones de psicoanalizar a la pequeña niña.

Lo que en realidad sucede con este cuento, como con tantos otros, es que tanto su transmisión oral como escrita ha ido cambiando, evolucionando. Hemos ido cortando trozos por aquí, añadiendo cosillas por allá, hasta conseguir un cuento algo confuso.
El texto relata como, por ejemplo, cuando los hermanos Grimm llevaron con su recopilación de cuentos a la pequeña caperucita a Alemania, los alemanes consideraron de mal gusto que caperucita y su abuela fuesen devoradas por el lobo, y pensaron que sería una buena idea incluir a un hombre (cazador para más señas) que sacara a las pobres mujeres de tan complicada situación.
Por su parte, en Francia y el norte de Italia pensaron que sería mejor si la niña simplemente huyera en cuanto se diera cuenta del engaño, y así lo aprendieron los niños franceses.

Aun hoy en día continúan apareciendo revisiones del clásico que pretenden darle otra vuelta de tuerca a la mareada Caperucita. El autor del texto nos recomienda entre otras Confundiendo historias de Gianni Rodari.

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