Odile vivía en una preciosa ciudad llamada Le Mans, en Francia, no era ni alta ni baja y muy guapa, tenía 21 años y toda la vida por delante. Vivía con su padre y sus dos hermanos mayores, los tres eran periodisteas muy conocidos y pretigiosos en Francia, y por eso ella se veia obligada, de hecho lo estaba, a asguir la tradición familiar y estudiar periodismo. Cada mañana de camino a la facultad cierra los ojos y se imagina que todavía tiene cinco años, cuando se pasaba las tardes jugando con su mofeta Malvyn, a la cuál tenía escondida en el jardín para que no se la quitaran, tambíen recordaba el olor a eucalipto de las infusiones con eucalipto, canela y menta que se preparaba su madre mientras le leía cuentos, como echaba de menos a su madre, porque tuvo que enfermar y morir tan repentinamente...
Cuando Odile abria los ojos echaba a llorar no le gustaba su vida, no era feliz, estudiaba algo que no le gustaba, se sentía sola, necesitaba dejar volar su imaginación, por eso a escondidad de su padre y sus hermanos escribía, escribía sobre mundos mágicos donde a ella le gustaria desaparecer.
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