En la etapa comprendida entre los 6 y los 12 años de edad, el acercamiento lúdico del niño a la literatura infantil es el medio más placentero y eficaz para la adquisición de la lengua.
Es sorprendente como el niño es capaz de discriminar sonidos hasta captar palabras que nunca ha oído (organización fonética), cómo asimila estructuras que no le han explicado y luego las emplea con naturalidad (organización morfosintáctica) y cómo descubre el significado de términos desconocidos (organización semántica).
La difícil facilidad del niño
El niño tiene muchísima facilidad para aprender la lengua materna. A los cinco años, el niño habla la lengua materna como cualquier adulto. Entiende muy bien y se comunica adecuadamente con otros niños y con adultos.
Todas las teorías que tratan de explicar la rápida adquisición de la lengua por parte del niño tienen como base la conversación frecuente del niño con los adultos, empezando por la madre.
Y ahora, la literatura
El aprovechamiento de la literatura resulta más amplio como método que como recurso didáctico. Por ello, sería interesante favorecer el desarrollo lingüístico del niño fuera del marco tradicional de las asignaturas Gramática y Lengua. No hay que enseñar directamente Lengua al niño, sino que éste debe adquirirla a través del contacto con la literatura. La literatura pasa a convertirse en plasmación y refuerzo de la conversación.
De la literatura el niño puede adquirir estructuras morfológicas, sintácticas y fonético-fonológicas. En cuanto al vocabulario, en la literatura éste aparece sin gradación de dificultades, sin método y sin dosificación, por lo que aparece próximo al lenguaje de las conversaciones que el niño aprecia en su entorno.
“Aprender a leer y escribir”
Se trata del título de un libro de Gordon Wells, en el que se defiende que el aprendizaje de la lectoescritura se prepara a través de la literatura, en particular, de los cuentos. Cuando el niño comienza a leer ya domina la lengua oralmente, por lo que la descodificación de la lengua escrita supone entonces su conversión en lengua oral. Antes se ha mencionado que la conversación es el medio para al aprendizaje de la lengua oral por el niño. Puede aprovecharse entonces el hecho de que el cuento sea la conversación más larga que se puede mantener con un niño, además de ser la más atractiva e imaginativa.
Wells afirma además que, mediante los relatos que le cuentan, los cuentos que lee y las narraciones imaginarias que elabora, el niño adquiere dominio sobre la lengua.
De todo lo anterior se deduce que la presencia de la literatura en la temprana edad del niño que empieza a hablar y del que luego comenzará a leer y escribir está más que justificada.
Los tiempos cambian
Ahora los niños no estudian listas de vocabulario de ninguna lengua. Al contrario, lo que se propone en la actualidad es que, desde el parvulario, al niño se le lean o se le cuenten cuentos, tanto en la escuela como en el ámbito familiar.
¿Es igual a lo anterior poner al niño ante el televisor o ante el vídeo? El psicolingüista Rondal defiende que la televisión no le aporta lingüísticamente al niño la cantidad de conocimientos proporcionales al tiempo que le dedica.
Sin embargo, los psicólogos Osterrieth y Gesell afirman que entre los tres y los seis años el niño tiene períodos en los que demuestra superabundandcia verbal y emplea gran cantidad de giros y locuciones de los que desconoce el significado. Esto se debe a que ahora el niño aprende más vocabulario sin necesidad de enseñárselo.
A pesar de ello, habrá que asegurarse de que el niño sabe lo que dice. Habrá que seguir proporcionándole contacto con la literatura, así como preguntarle y dejarle preguntar.
La excepción y la regla
En la lengua española hay tantas reglas como excepciones. En este artículo, Juan Cervera cita varios ejemplos para demostrar dicha realidad.
Hacia el cambio
Resultó positiva la aparición de la Educación Preescolar, porque implicó pensar en niños de menor edad, experimentando así nuevos descubrimientos pedagógico-didácticos.
También ha sido un gran paso que el Ministerio haya reconocido que la lengua ha de cultivarse partiendo de la Literatura Infantil.
Por último, se ha conseguido establecer que el camino hacia la Literatura infantil sea la aproximación lúdica, no la aproximación intelectual. La segunda tendrá que venir después de la primera.
Cuando el niño sepa mucho vocabulario, cuando tenga mucha fluidez verbal, cuando lea correctamente, cuando escriba adecuadamente, y para todo ello, se haya divertido mucho con los cuentos, haya jugado con los poemas y canciones y haya realizado muchas dramatizaciones, quedará ahuyentado el rechazo que sienten muchos niños ante el estudio de la Lengua y la Gramática.
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