domingo, 18 de octubre de 2009

Mi Otro Yo


Su vida siempre había estado rodeada de desconocidos.
Desde la infancia, supo que el destino se había ensañado con ella sin motivo alguno, por ello, cada amanecer, mientras observaba cómo se posaban las mariposas sobre los pétalos de las rosas... se preguntaba qué sentido tenía la vida si todo en ella era tan monótono.
Pasaron los años y fue entendiendo algunos de los interrogantes que siempre se había planteado: ¿Quién era? ¿Qué hacía en este mundo? ¿De dónde venía? ¿Hacia dónde iba?
En general, a sus 28 años, Daniela no había cambiado apenas, en el fondo seguía siendo esa niña ingenua y soñadora, que pensaba que la vida era una experiencia maravillosa , llena de colores y alegrías, donde la verdad era el tesoro más preciado que todos alcanzaban, pero que muy pocos lograban mantener... ¿Qué por qué decía esto? Porque siempre había creído en los demás, poniendo todo su empeño y ganas en lograr todo aquello que le proponían, pero poco a poco fue confirmando su peor temor: la mentira siempre había acompañado al sol de cada día (alejada de todos pero habitual en cada instante, en cada palabra, en cada gesto o mirada…).
Daniela siempre había permanecido fiel a la verdad, es decir, a sí misma, aunque con ello se le escaparan miles de sueños fugaces que ya nunca volvería a vislumbrar.
Aquel 17 de Diciembre de 1998, como cada día, la joven se dispuso a coger el metro estadounidense para acudir puntualmente a su trabajo, cuando de repente, sintió un escalofrío que la estremeció bruscamente, ¿El motivo? Ni tan siquiera ella misma lo sabía, aunque a partir de ese momento, ya nada sería volvería ser como antes.
Tras depositar como cada mañana su donativo en la calle Velázquez, se dirigió a la oficina (le aguardaba una intensa jornada como gerente, que la mantendría atareada hasta bien entrada la noche, ya que había que acabar cuanto antes el dichoso contrato de marketing de los ingleses).
Tras tomar un café para aguantar el cansancio acumulado, dio por finalizado el trabajo que le había llevado tantos meses de esfuerzo.
Eran las dos de la madrugada cuando por fin se apagaron las luces de la oficina. Daniela estaba satisfecha con la tarea realizada y se disponía a regresar a casa, cuando de repente, la alegría que había permanecido en su rostro, desapareció tras unos instantes: mientras cruzaba la avenida principal, había divisado a lo lejos el cuerpo de una persona que apenas podía moverse, tras haber sufrido una agresión por una banda de jóvenes sin escrúpulos.
Al acercarse para intentar ayudar a esa persona, descubrió que no era nadie extraño, sino Celia, la anciana a la que cada día Daniela dejaba su donativo de camino al trabajo.
Tras insistir en repetidas ocasiones, Celia aceptó pasar la noche en casa de la joven.
A su llegada, ambas comenzaron a charlar y Celia, tras emocionarse en repetidas ocasiones, acabó por desvelar su tesoro más preciado: la existencia de una hija a la que nunca conoció, pero a quien siempre amó.
Daniela también albergaba un secreto en su interior: nunca conoció a su madre biológica, pero siempre la sintió cerca, aunque no tan cerca como aquella noche.

Datos proporcionados:
Edad: 28 años
Profesión: Gerente
Lugar: Estados Unidos
Planta: Rosa
Animal: Mariposa

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