¿Toc, toc, puedo entrar? Esta pregunta me hice hace 15 años, en el gran paso de adolescente a adulto, llena de cambios continuos, preocupaciones que a cualquier persona “hecha” le parecerían tonterías, pero que para mí... era todo un mundo. La perfección me corroía, siempre correcta ante cualquier adversidad. Mantener a todos contentos y la disciplina en mis estudios para en un futuro ser una gran dentista, era primordial.
Así, tenía a todos felices: padres, profesores, amigos... pero... ¿Era esa la realidad que yo quería?¿Era esa la vida que siempre había deseado?. Rutinaria, sin emociones, sin locuras, sin decisiones equivocadas... En fin, siempre dictada por la presión social y familiar, haciendo constantemente lo que en teoría, es correcto, pero... ¿era esa mi verdadera aspiración?
Un día lluvioso, me paré delante de un panel publicitario, en el cual, aparecía sobre un gran campo de bellas amapolas, una mujer mayor, de cara bondadosa. Parecía mirarme fijamente y preguntarme lo que últimamente rondaba en mi interior.
Entonces, una luz en mi corazón, iluminó mi estricto cerebro y mandó una señal.
Me fui a casa, busqué en el trastero mi única maleta, aún con la etiqueta puesta. La llené de ilusión, coraje, expectación, optimismo, esperanza... y sin más miramientos cogí el primer avión que salía del Aeropuerto, sin destino fijo, y así, volé libre, de ciudad en ciudad, cual paloma en el cielo.
Hoy, a mis 33 años, resido en Calcuta y... soy feliz. Satisfecha de aquella decisión que tomé.
Ayudo en todo lo que puedo a niños, adolescentes, ancianos, etc.en una ONG de la cual es fundadora la Madre Teresa, a la cual, doy las gracias por aquella mirada que, un gran día, hizo que mi vida diera el giro que siempre habia soñado.
Así, tenía a todos felices: padres, profesores, amigos... pero... ¿Era esa la realidad que yo quería?¿Era esa la vida que siempre había deseado?. Rutinaria, sin emociones, sin locuras, sin decisiones equivocadas... En fin, siempre dictada por la presión social y familiar, haciendo constantemente lo que en teoría, es correcto, pero... ¿era esa mi verdadera aspiración?
Un día lluvioso, me paré delante de un panel publicitario, en el cual, aparecía sobre un gran campo de bellas amapolas, una mujer mayor, de cara bondadosa. Parecía mirarme fijamente y preguntarme lo que últimamente rondaba en mi interior.
Entonces, una luz en mi corazón, iluminó mi estricto cerebro y mandó una señal.
Me fui a casa, busqué en el trastero mi única maleta, aún con la etiqueta puesta. La llené de ilusión, coraje, expectación, optimismo, esperanza... y sin más miramientos cogí el primer avión que salía del Aeropuerto, sin destino fijo, y así, volé libre, de ciudad en ciudad, cual paloma en el cielo.
Hoy, a mis 33 años, resido en Calcuta y... soy feliz. Satisfecha de aquella decisión que tomé.
Ayudo en todo lo que puedo a niños, adolescentes, ancianos, etc.en una ONG de la cual es fundadora la Madre Teresa, a la cual, doy las gracias por aquella mirada que, un gran día, hizo que mi vida diera el giro que siempre habia soñado.
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